Si os gustó el tradicional sumo os gustará también la entrada de hoy. Se trata de lo que hice en la jornada del pasado 6 de junio, sábado, en la que visité varios lugares para aprender más sobre el Tokyo de los samurais.
Por la mañana completé una de las visitas recomendadas en la ciudad de Tokyo, el famoso Edo-Tokyo Museum. Este interesante museo acoge una exposición permanente sobre el pasado de la capital japonesa, que en la antigüedad era conocida con el nombre de Edo. Solamente tras la Restauración Meiji, de la que ya hablamos aquí, Tokyo ha utilizado su nombre actual, que literalmente significa "Capital de Este".
Tras la llegada al poder del shogun Tokugawa y la creación de sus cuarteles generales en la antigua Edo, esta ciudad ha ostentado el título de capital "oficiosa" (puesto que la oficial siguió siendo Kyoto, donde la familia imperial tuvo su residencia hasta 1868) de Japón. El Edo-Tokyo Museum se encarga de recrear la forma de vida de los habitantes de la ciudad a lo largo de las distintas épocas por las que ha pasado su historia. Para ello utiliza desde fascinantes maquetas con reproducciones en miniatura de los barrios y edificios más importantes hasta objetos reales que se conservan en buen estado.
Si les diera por montar el Belén en Navidad...
¿A cuántas personas habrá matado esta katana?
Uno puede pasarse horas observando las maquetas. Los detalles que contienen son realmente espectaculares, pudiendo observar desde grandes paisajes de la antigua Edo hasta escenas de la vida cotidiana entre dos habitantes de la gran ciudad.
Por otro lado, los objetos con los que cuenta la exposición tienen una carga histórica más allá de las palabras. Desde utensilios de cocina de la Edad Media hasta el documento en que se firmó la rendición de Japón tras la Segunda Guerra Mundial, los pasillos de este museo son una gran atracción para los amantes de la historia.
Desde luego, un museo realmente recomendable.
Tras la visita al museo, y siguiendo con mi jornada histórica, me acerqué al templo de Sengakuji, un lugar cargado de leyenda donde descansan los famosos 47 ronin.
Para los que desconozcan esta historia recomiendo la visita a la Wikipedia, donde hay una buena narración con enlaces a referencias más extensas. En cualquier caso os daré un breve resumen...
Todo comienza cuando Asano Takumi No Kami Naganori, un señor feudal de principios del siglo XVIII, recibió de parte del shogun Tokugawa Tsunayoshi el encargo de entretener a los enviados de la familia imperial. Para dicha tarea necesitaba clases especiales de protocolo, por lo que un alto funcionario del imperio, Kira Kozukenosuke Yoshinaka, fue designado como su instructor.
Parece ser que el tal Kira era un poco especial, pues disfrutaba haciéndole la puñeta a Asano, quien poco a poco fue hartándose de él. Al final, en un arrebato, no pudo aguantar más y atacó a Kira durante una de las lecciones en el palacio del shogun. Pese a que el incidente no pasó de heridas leves, un ataque a un alto funcionario era un delito muy grave, y más todavía por ser en el palacio del shogun, por lo que Asano fue condenado a cometer seppuku (suicidio ritual, el famoso hara-kiri).
Pronto las noticias llegaron al castillo de Asano, donde vivían su familia y sus súbditos. De entre ellos inmediatamente surgió un grupo de samurais dispuestos a vengar a su señor, tal y como el código de honor del bushido exige. Sin embargo, la seguridad alrededor de Kira era muy alta, pues él se temía algún tipo de represalia, por lo que los nuevos ronin, término por el que se conoce a los samurais sin señor, decidieron esperar.
Siguiendo el plan de su líder, Oishi Kuranosuke Yoshio, los ronin se dispersaron, seguidos muy de cerca por la atenta mirada de los espías enviados por Kira. El objetivo era hacer creer a Kira que no tenía nada que temer de ellos, por lo que se pasaron más de año y medio viviendo "de forma no-samurai". Por ejemplo, Oishi abandonó a su familia, se hizo ver con una concubina y acabó viviendo como un vagabundo. Al verlo, los espías de Kira comunicaron a su señor que Oishi y sus ronin no eran ninguna amenaza, por lo que podía relajar su seguridad personal.
Así, tras un año y medio, los ronin notaron que la defensa de Kira había bajado notablemente. Uno de los ronin, que durante ese tiempo se había casado con la hija del constructor de la casa de Kira, consiguió los planos de la vivienda, con lo que la venganza estaba cercana.
Llegado el momento, los 47 ronin atacaron la casa de Kira, matando a la guardia y atrapando al dueño. Le dieron la oportunidad de cometer seppuku, pero al no reaccionar éste, le cortaron la cabeza y se marcharon para presentarla a la tumba de su señor como prueba de su venganza. Una vez hecho esto se entregaron.
Pese a las simpatías que despertaron entre los habitantes de Edo, la condena por parte del shogun era clara. Los ronin debían morir. Los 46 ronin supervivientes al ataque (uno murió al entrar a la casa de Kira) fueron condenados a muerte, por lo que cometieron seppuku. Tras avisar Oishi de que lo harían por grados y pedir que su hijo Chisaka fuera el primero, uno tras otro se suicidaron según el ritual.
La historia de los 47 ronin es un símbolo de la lealtad y la venganza, dos de los grandes valores samurai. Se han escrito numerosos libros y obras de teatro sobre ellos, e incluso varias películas se han rodado narrando su hazaña. Sus tumbas se encuentran en el templo de Sengakuji, al Sur de Tokyo, donde se reunieron con su señor Asano.
Esa fue la visita del sábado por la tarde...
La estatua de la primera foto es de Oishi, el líder de los 47 ronin.
Impresionante relato e impresionante lugar.
En mi opinión, las fotos de hoy son realmente interesantes. Espero que os gusten.
Un saludo de vuestro amigo Ave... Japolino.
2 comentarios:
Ave-san, interesantisima entrada, como mola aprender contigo, eres como el profe de historia que nunca tuve
Ya faltara poco pa que vuelvas no?
Un saludo y sigue ilustrandonos con tu sabiduria
Pues en unos 9 días estoy por ahí dando la tabarra. Eso significa que al blog le quedan pocos días de vida.
¡Disfrutadlo!
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