domingo, 17 de mayo de 2009

Los jardines imperiales

Hola de nuevo amigos lectores,

en esta entrada os enseñaré las fotos de mi visita a los jardines imperiales el pasado 5 de mayo y aprovecharé para hacer algunos comentarios sobre la historia de Japón que desconocía antes de mi llegada.

Como acabo de adelantar en el pasado párrafo, el pasado 5 de mayo hice una visita a los jardines imperiales. Acompañado por un par de amigos multiculturales (Isaia, italiano, y Ron, israelí), nos acercamos a ver los famosos jardines. Lamentablemente el día salió bastante lluvioso, por lo que tal vez no pudimos apreciar los mejores colores del parque. No obstante, en mi opinión fue una visita interesante.







Los jardines imperiales rodean el palacio en el que vive el Emperador de Japón. Por razones obvias, es imposible acceder (e incluso acercarse) al palacio y solamente se puede visitar dos días al año:
  • El día del cumpleaños del emperador. Con el actual Emperador Akihito es el día 23 de diciembre.
  • Año nuevo: 2 de enero para los japoneses.
Por supuesto, en nuestra visita a los jardines no tuvimos oportunidad de ver el palacio, alejado de las zonas para los turistas. Una lástima. Tendré que volver a Japón para verlo.

El Palacio Imperial es la residencia oficial del emperador desde 1868, cuya anterior residencia se encontraba en la ciudad de Kyoto. De hecho, la mudanza del emperador convirtió a Tokyo en la nueva capital de Japón, hecho que se dio durante el periodo conocido como Restauración Meiji. Dejadme que os hable un poco sobre tan curioso momento de la historia japonesa.

Cuando vemos películas sobre el Japón de los samurais todos imaginamos que nos están contando historias de hace muchos siglos. Todos pensamos que una sociedad feudal como ésa sólo pudo existir en un país tan moderno como Japón en una época paralela a nuestra Edad Media, cuando el feudalismo también era el sistema político dominante en Europa.

No podemos estar más equivocados...

En realidad el sistema feudal japonés duró mucho más que en Europa. De hecho, la sociedad basada en el poder déspota del daimyō, el señor feudal, existió en Japón hasta mediados del siglo XIX, cuando la restauración Meiji provocó el final de este entramado político en el que los samurais se encontraban en lo más alto de la escala social.

Durante mucho tiempo Japón vivió aislado, estando prohibido para los japoneses salir del país. Del mismo modo, los extranjeros no podían entrar en tierras niponas, lo que provocó que los cambios sociales y políticos que sucedían en el resto del mundo no tuvieran influencia en Japón. Eso hizo que el sistema feudal se extendiera en el tiempo.

En este sistema, controlado por los terratenientes conocidos como daimyōs, el verdadero poder del imperio lo controlaba el shogun, el daimyō más poderoso. Este título pasaba de una generación a otra, siendo el clan Tokugawa el reinante en 1866 a través del shogun Tokugawa Yoshinobu. El emperador, teóricamente gobernante supremo de los japoneses, tenía en la práctica un papel secundario, encontrándose apartado de las decisiones de estado, que siempre recaían en el shogun, un cargo al que acompañaba el poder militar y el control del ejército.

De este modo existió Japón durante siglos, lo que provocó que se debilitara frente a las potencias occidentales, mucho más modernas. En 1853, el comodoro estadounidense Perry, liderando una flota de navíos muy superior a la casi inexistente japonesa, forzó al imperio nipón a aceptar un acuerdo comercial muy desfavorable para los japoneses. Este hecho hizo que muchos se dieran cuenta de la verdadera situación del país, lo que supuso el desencadenante de la caída del régimen feudal.

Comandado por grupos de daimyōs progresistas, un movimiento revolucionario nació en Japón, con el objetivo de restaurar en el verdadero poder al emperador, para así poner punto final al anticuado sistema político existente y abrir las puertas a la modernización del país. Este movimiento, conocido como restauración Meiji (que significa "culto a la regla"), se dio entre los años 1866 y 1868, y terminó con el shogunato y los privilegios de los samurais, que poco a poco perdieron su poder hasta desaparecer.

Me resulta curioso que Japón, un país tan moderno en la actualidad, haya conseguido todos sus avances en tan poco tiempo. Para las naciones europeas han sido necesarios unos 500 años para alcanzar nuestro estatus actual partiendo de los sistemas feudales, mientras que para Japón ha bastado con solamente 150. Impresionante.

Para termiar, allá va el enlace al álbum de fotos de la jornada en los jardines imperiales:


Aunque esta vez es algo más reducido de lo habitual, espero que os guste igualmente.

Hasta la próxima entrada. Vuestro amigo Av... digo, Japolino.

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