sábado, 27 de junio de 2009

Odaiba

Bienvenidos una vez más al blog de Japolino, en una de las últimas entradas que le quedan. ¿Por qué? Básicamente... porque vuelvo a España el próximo martes 30 de junio. Así que... ¡disfrutadla!

En una de mis últimas escapadas de fin de semana a Tokyo me acerqué a uno de los lugares que todavía poblaban mi lista de "things to do": Odaiba.

Esta isla artificial cuenta con cierto atractivo turístico por las fantásticas vistas que desde ella pueden contemplarse. La bahía de Tokyo se abre en todo su esplendor frente a esta curiosa isla, creada originalmente con motivos defensivos y dedicada a parques empresariales y centros comerciales en la actualidad.

Uno de los grandes atractivos de Odaiba es el famoso edificio de Fuji TV. Esta importante televisión japonesa tiene su sede central mirando a la bahía, con un edificio cuya arquitectura no puede dejar de llamarnos la atención.





Además, puede accederse al mirador del último piso, desde donde se tiene una de las mejores vistas de la bahía y del Rainbow Bridge, el puente que une Odaiba con Tokyo (vamos, une la isla pequeñita con isla más grande).







Otras curiosidades de Odaiba son:

  • La estatua de la libertad

Así como en Tokyo se encuentra Tokyo Tower, una reproducción de la Torre Eiffel, en Odaiba tenemos una reproducción, esta vez a menor escala, de la Estatua de la Libertad de Nueva York.





Por supuesto, los turistas no se pierden la posibilidad de hacer fotos a esta curiosa copia.

  • Centros comerciales

Algunos de los centros comerciales de Odaiba resulta bastante particulares. Por ejemplo, el centro Venus Font, que intenta recrear un ambiente veneciano, es de lo mejor en cuanto a elegancia.







  • ¡Playa!

Odaiba cuenta también con una pequeña playita con unas vistas impresionantes. El día en que visité la isla había bastante gente, desde niños realizando juegos en la arena hasta turistas disfrutando del sol y sus rayos abrasadores (¡qué calor!).





También se podría destacar la presencia de la segunda noria más grande del mundo, un Onsen (baño japonés) bastante conocido, u otros centros comerciales. En cualquier caso, una isla bastante curiosa.

Para más fotos del lugar, aquí tenéis la habitual colección de fotos:


Hasta la próxima entrada de este blog moribundo.

miércoles, 24 de junio de 2009

Kyoto y Nara

Hola amigos. Bienvenidos de nuevo al blog de Japolino.

Si hay algo en Japón que recomiendo hacer al menos una vez en la vida es visitar la ciudad de Kyoto. Tradicional, elegante, histórica y en perfecta armonía con la naturaleza, la antigua capital de Japón está considerada como la más bonita ciudad en toda la nación, con un legado cultural que pocas ciudades en el mundo pueden igualar.

Tras los comentarios de varios compañeros, de mi jefe y de algunos otros amigos, visité Kyoto del 12 al 15 de junio, tomándome un breve descanso de la rutina diaria. Además, aproveché para tachar uno de los puntos en mi lista de "things to do before leaving Japan", entre los que el viaje a Kyoto se había ganado un puesto de especial relevancia.

Dada la proximidad aproveché una mañana para acercarme a la encantadora ciudad de Nara, la cual también cuenta con el título de antigua capital de Japón, pues precisamente fue la que precedió a Kyoto allá por el siglo VIII, siendo la primera "capital estable" del imperio. Desde entonces y hasta la restauración Meiji a mediados del siglo XIX, Kyoto fue la residencia de la familia imperial y, por lo tanto, la capital oficial de Japón.

Como esta entrada podría ser alarmantemente larga (¡hice tantas cosas en cuatro días!) me limitaré a presentar algunos de los lugares más impresionantes que visité, haciendo algunos comentarios sobre ellos y mostrando las mejores fotos que mi humilde cámara puedo obtener.

¡Vamos allá!

Santuario Shimogamo

Kyoto cuenta con más de 2000 templos y santuarios. La diferencia entre santuario y templo es que los santuarios son sintoístas (la religión original de Japón) mientras que los templos son budistas (una religión importada de la India a través de la influencia China). El primero de estos sagrados lugares en mi intensa visita fue el santuario de Shimogamo, patrimonio de la humanidad según la UNESCO.







Santuario Fushimi Inari Taisha

Los santuarios sintoístas cuentan con un arco muy característico, la torii, que los diferencia. Todos suelen tener uno o varios, indicando la entrada y marcando el umbral entre el exterior del santuario, lo profano, y el interior, donde habita un dios. Por otro lado, los santuarios dedicados al dios Inari suelen tener muchos toriis, formando pasadizos que se adentran en la naturaleza. El Fushimi Inari Taisha es un ejemplo clarísimo de ello.











Baste con señalar que, desde la cima alcanzada con sangre, sudor y lágrimas, me costó unos 15 minutos (bajando escaleras a gran velocidad) volver al inicio del santuario. Agotador pero espectacular.

Templo Eikan-do

Este templo, que inicialmente no planeaba visitar pero que venía "de paso" en mi camino a Ginkaku-ji, fue toda una sorpresa para mí. Al contemplar la paz del lugar no pude evitar pensar... en lo bien que se viviría en lugar así con años por delante para estudiar física.











Nota sobre el comentario previo: aunque inmediatamente pensé que al final me aburriría, ciertamente el pensamiento pasó por mi cabeza.

Templo Ginkaku-ji

Uno de los lugares más visitados de Kyoto, el llamado Silver Pavilion, constituye una cita obligada. Aunque la estructura no es realmente de plata, la luz reflejada sobre el edificio puede dar esa impresión. Estamos ante otro patrimonio de la humanidad.









Templo Kinkaku-ji

Mi favorito, este fantástico templo es también conocido como el Golden Pavilion, y en este caso sí que podemos decir que se ajusta a la realidad, pues el edificio central del templo cuenta con un recubrimiento de oro. Aunque el original se quemó en 1950 por la locura de un monje enajenado, la reproducción del original tiene toda la belleza que uno puedo imaginar.







Templo Kyomizu-dera

Otro de los grandes templos de Kyoto, con la terraza de su edificio central colgando de la montaña. Las vistas de la ciudad de Kyoto y el entorno natural son impresionantes.









Gion

El distrito de Gion es famoso por ser el más tradicional de Kyoto. Además de conservar los edificios del siglo XIX y contar con numerosos lugares fantásticos, es fácil ver alguna geisha paseando por sus calles. Por si esto fuera poco, el distrito cuenta con la calle Shimbasi-dori, cuya prolongación Shirakawa Minami-dori está considerada la calle más bonita de toda Asia por su aspecto cuando los cerezos están en flor.











Nara y el Templo Todai-ji

La gran atracción de la ciudad de Nara es el templo Todai-ji, en cuyo edificio central se encuentra el Daibutsu, la estatua de Buda más grande de Japón. Además, esta impresionante construcción, otro patrimonio de la humanidad, es el edificio de madera más grande del mundo. Por el camino, el parque de Nara cuenta con numerosos ciervos que lo habitan desde hace mucho tiempo.









Para más fotos de estos y otros lugares os recomiendo visitar las siguientes galerías en Facebook:


Lo dicho, fantástica ciudad. Muy muy recomendable.

martes, 16 de junio de 2009

En el Tokyo de los samurais

Aquí estamos una vez más, en una nueva entrada de vuestro blog favorito (¡espero!).

Si os gustó el tradicional sumo os gustará también la entrada de hoy. Se trata de lo que hice en la jornada del pasado 6 de junio, sábado, en la que visité varios lugares para aprender más sobre el Tokyo de los samurais.

Por la mañana completé una de las visitas recomendadas en la ciudad de Tokyo, el famoso Edo-Tokyo Museum. Este interesante museo acoge una exposición permanente sobre el pasado de la capital japonesa, que en la antigüedad era conocida con el nombre de Edo. Solamente tras la Restauración Meiji, de la que ya hablamos aquí, Tokyo ha utilizado su nombre actual, que literalmente significa "Capital de Este".

Tras la llegada al poder del shogun Tokugawa y la creación de sus cuarteles generales en la antigua Edo, esta ciudad ha ostentado el título de capital "oficiosa" (puesto que la oficial siguió siendo Kyoto, donde la familia imperial tuvo su residencia hasta 1868) de Japón. El Edo-Tokyo Museum se encarga de recrear la forma de vida de los habitantes de la ciudad a lo largo de las distintas épocas por las que ha pasado su historia. Para ello utiliza desde fascinantes maquetas con reproducciones en miniatura de los barrios y edificios más importantes hasta objetos reales que se conservan en buen estado.

Si les diera por montar el Belén en Navidad...
Si les diera por montar el Belén en Navidad...


¿A cuántas personas habrá matado esta katana?
¿A cuántas personas habrá matado esta katana?


Uno puede pasarse horas observando las maquetas. Los detalles que contienen son realmente espectaculares, pudiendo observar desde grandes paisajes de la antigua Edo hasta escenas de la vida cotidiana entre dos habitantes de la gran ciudad.



Por otro lado, los objetos con los que cuenta la exposición tienen una carga histórica más allá de las palabras. Desde utensilios de cocina de la Edad Media hasta el documento en que se firmó la rendición de Japón tras la Segunda Guerra Mundial, los pasillos de este museo son una gran atracción para los amantes de la historia.





Desde luego, un museo realmente recomendable.

Tras la visita al museo, y siguiendo con mi jornada histórica, me acerqué al templo de Sengakuji, un lugar cargado de leyenda donde descansan los famosos 47 ronin.

Para los que desconozcan esta historia recomiendo la visita a la Wikipedia, donde hay una buena narración con enlaces a referencias más extensas. En cualquier caso os daré un breve resumen...

Todo comienza cuando Asano Takumi No Kami Naganori, un señor feudal de principios del siglo XVIII, recibió de parte del shogun Tokugawa Tsunayoshi el encargo de entretener a los enviados de la familia imperial. Para dicha tarea necesitaba clases especiales de protocolo, por lo que un alto funcionario del imperio, Kira Kozukenosuke Yoshinaka, fue designado como su instructor.

Parece ser que el tal Kira era un poco especial, pues disfrutaba haciéndole la puñeta a Asano, quien poco a poco fue hartándose de él. Al final, en un arrebato, no pudo aguantar más y atacó a Kira durante una de las lecciones en el palacio del shogun. Pese a que el incidente no pasó de heridas leves, un ataque a un alto funcionario era un delito muy grave, y más todavía por ser en el palacio del shogun, por lo que Asano fue condenado a cometer seppuku (suicidio ritual, el famoso hara-kiri).

Pronto las noticias llegaron al castillo de Asano, donde vivían su familia y sus súbditos. De entre ellos inmediatamente surgió un grupo de samurais dispuestos a vengar a su señor, tal y como el código de honor del bushido exige. Sin embargo, la seguridad alrededor de Kira era muy alta, pues él se temía algún tipo de represalia, por lo que los nuevos ronin, término por el que se conoce a los samurais sin señor, decidieron esperar.

Siguiendo el plan de su líder, Oishi Kuranosuke Yoshio, los ronin se dispersaron, seguidos muy de cerca por la atenta mirada de los espías enviados por Kira. El objetivo era hacer creer a Kira que no tenía nada que temer de ellos, por lo que se pasaron más de año y medio viviendo "de forma no-samurai". Por ejemplo, Oishi abandonó a su familia, se hizo ver con una concubina y acabó viviendo como un vagabundo. Al verlo, los espías de Kira comunicaron a su señor que Oishi y sus ronin no eran ninguna amenaza, por lo que podía relajar su seguridad personal.

Así, tras un año y medio, los ronin notaron que la defensa de Kira había bajado notablemente. Uno de los ronin, que durante ese tiempo se había casado con la hija del constructor de la casa de Kira, consiguió los planos de la vivienda, con lo que la venganza estaba cercana.

Llegado el momento, los 47 ronin atacaron la casa de Kira, matando a la guardia y atrapando al dueño. Le dieron la oportunidad de cometer seppuku, pero al no reaccionar éste, le cortaron la cabeza y se marcharon para presentarla a la tumba de su señor como prueba de su venganza. Una vez hecho esto se entregaron.

Pese a las simpatías que despertaron entre los habitantes de Edo, la condena por parte del shogun era clara. Los ronin debían morir. Los 46 ronin supervivientes al ataque (uno murió al entrar a la casa de Kira) fueron condenados a muerte, por lo que cometieron seppuku. Tras avisar Oishi de que lo harían por grados y pedir que su hijo Chisaka fuera el primero, uno tras otro se suicidaron según el ritual.

La historia de los 47 ronin es un símbolo de la lealtad y la venganza, dos de los grandes valores samurai. Se han escrito numerosos libros y obras de teatro sobre ellos, e incluso varias películas se han rodado narrando su hazaña. Sus tumbas se encuentran en el templo de Sengakuji, al Sur de Tokyo, donde se reunieron con su señor Asano.

Esa fue la visita del sábado por la tarde...









La estatua de la primera foto es de Oishi, el líder de los 47 ronin.

Impresionante relato e impresionante lugar.

En mi opinión, las fotos de hoy son realmente interesantes. Espero que os gusten.


Un saludo de vuestro amigo Ave... Japolino.