Esta vez os voy a hablar brevemente sobre un par de festivales a los que he acudido recientemente. El primero de ellos fue en Kanda, mientras que el segundo se celebró en Asakusa, ambos distritos de la ciudad de Tokyo.
Aunque cuando realicé mi visita al Festival de Kamakura pensaba que aquello era único, en realidad he podido comprobar que la tradición de transportar pequeños santuarios es algo muy común en las festividades japonesas, ya que tanto en Kanda como en Asakusa encontré la misma celebración.
El primer festival del que os hablaré hoy fue el pasado 10 de mayo en Kanda. Cada año se celebra un interesante festival en este céntrico distrito de Tokyo, muy cercano a Akihabara. En esta ocasión, el Foreign student support club de la Universidad de Tokyo decidió organizar una visita para todos aquellos gaijines que, como yo, querían conocer algo más de la cultura japonesa.
Tras un vistazo rápido al santuario de Kanda, el Kanda Myojin...
... nos acercamos a las calles principales, llenas de gente celebrando la fiesta local.
Por la tarde, tras dar unas cuantas vueltas por Kanda, visitamos la Catedral de la Sagrada Resurrección, una iglesia cristiana ortodoxa en pleno Tokyo. Resultó muy llamativo, especialmente la imagen de Jesús sosteniendo una Biblia cuyas palabras están escritas con caracteres japoneses. Muy exótico. Si consigo la foto que un amigo hizo os la enseñaré para compartir la sorpresa.
Una semana después repetí festival, esta vez en el distrito de Asakusa, del que ya os hablé anteriormente. Esta vez fui acompañado de Isaia y Jiayu, personajes que han aparecido en entradas anteriores (para los adictos a mi blog no serán nombres nuevos), y de nuevo pudimos ver los tradicionales santuarios portables.
Tras un paseo por los alrededores del santuario principal, con foto incluida junto a un Buda...
... nos dimos una vuelta por las calles de Asakusa, con más gente de lo habitual. Salvo por un curioso restaurante español...
... no hubo muchas sorpresas destacables.
Ah, lo olvidaba, aquí están las habituales fotos:
Curiosidades niponas: El nato
No he hablado mucho sobre comida japonesa. Y no es precisamente porque no me guste. Todo lo contrario: me encanta. Desde el sabroso sushi hasta el reconstituyente ramen, pasando por el delicioso tempura o el sencillo katsudon, pocas cosas he encontrado que no me hayan gustado.
Sin embargo, todo en esta vida tiene excepciones (salvo que tras lavar el coche siempre llueve, claro), y por fin encontré algo que no me gusta. Se trata del nato...
Hasta la foto me repugna.
- ¿Qué es eso?
Se trata de alubias de soja fermentadas. Bueno, a decir verdad, en lugar de fermentadas sería más exacto decir... podridas.
- ¿Y eso se lo comen los japoneses?
Esta comida tiene dos posibles reacciones. Unos japoneses la adoran y otros la odian, pero no hay opinión intermedia. Y por supuesto, los que la adoran comen en cantidades industriales.
- Y si está podrido... ¿no huele mucho?
Huele infernalmente mal.
- ¿Y en serio lo probaste?
Sí. Al final la presión me pudo y me atreví a preparar algo de nato con arroz para desayunar. Tiene fama de ser una combinación muy saludable, pero fue abrir la caja del nato y correr a abrir las ventanas de mi casa para airearla... ¡vaya peste! Tras serias dudas me animé a comer un poco, y aunque hice lo que pude no fui capaz de terminarme el plato que me había preparado.
- ¿Así que te gusta?
¿No sabes leer o qué? ¡¡Lo odio!!
- Aaaaaaam, ya veo...
Veo que lo entiendes. No me gustó nada. De hecho, del paquete de tres cajas de nato que compré me sobran dos, que mañana mismo intentaré regalar a algún compañero japonés adorador de manjares malditos.
¡Nos vemos en la próxima entrada!