sábado, 30 de mayo de 2009

Más festivales

Hola de nuevo y bienvenidos a vuestro blog.

Esta vez os voy a hablar brevemente sobre un par de festivales a los que he acudido recientemente. El primero de ellos fue en Kanda, mientras que el segundo se celebró en Asakusa, ambos distritos de la ciudad de Tokyo.

Aunque cuando realicé mi visita al Festival de Kamakura pensaba que aquello era único, en realidad he podido comprobar que la tradición de transportar pequeños santuarios es algo muy común en las festividades japonesas, ya que tanto en Kanda como en Asakusa encontré la misma celebración.

El primer festival del que os hablaré hoy fue el pasado 10 de mayo en Kanda. Cada año se celebra un interesante festival en este céntrico distrito de Tokyo, muy cercano a Akihabara. En esta ocasión, el Foreign student support club de la Universidad de Tokyo decidió organizar una visita para todos aquellos gaijines que, como yo, querían conocer algo más de la cultura japonesa.

Tras un vistazo rápido al santuario de Kanda, el Kanda Myojin...





... nos acercamos a las calles principales, llenas de gente celebrando la fiesta local.





Por la tarde, tras dar unas cuantas vueltas por Kanda, visitamos la Catedral de la Sagrada Resurrección, una iglesia cristiana ortodoxa en pleno Tokyo. Resultó muy llamativo, especialmente la imagen de Jesús sosteniendo una Biblia cuyas palabras están escritas con caracteres japoneses. Muy exótico. Si consigo la foto que un amigo hizo os la enseñaré para compartir la sorpresa.

Una semana después repetí festival, esta vez en el distrito de Asakusa, del que ya os hablé anteriormente. Esta vez fui acompañado de Isaia y Jiayu, personajes que han aparecido en entradas anteriores (para los adictos a mi blog no serán nombres nuevos), y de nuevo pudimos ver los tradicionales santuarios portables.







Tras un paseo por los alrededores del santuario principal, con foto incluida junto a un Buda...



... nos dimos una vuelta por las calles de Asakusa, con más gente de lo habitual. Salvo por un curioso restaurante español...



... no hubo muchas sorpresas destacables.

Ah, lo olvidaba, aquí están las habituales fotos:



Curiosidades niponas: El nato

No he hablado mucho sobre comida japonesa. Y no es precisamente porque no me guste. Todo lo contrario: me encanta. Desde el sabroso sushi hasta el reconstituyente ramen, pasando por el delicioso tempura o el sencillo katsudon, pocas cosas he encontrado que no me hayan gustado.

Sin embargo, todo en esta vida tiene excepciones (salvo que tras lavar el coche siempre llueve, claro), y por fin encontré algo que no me gusta. Se trata del nato...

Hasta la foto me repugna.
Hasta la foto me repugna.

  • ¿Qué es eso?

Se trata de alubias de soja fermentadas. Bueno, a decir verdad, en lugar de fermentadas sería más exacto decir... podridas.

  • ¿Y eso se lo comen los japoneses?

Esta comida tiene dos posibles reacciones. Unos japoneses la adoran y otros la odian, pero no hay opinión intermedia. Y por supuesto, los que la adoran comen en cantidades industriales.

  • Y si está podrido... ¿no huele mucho?

Huele infernalmente mal.

  • ¿Y en serio lo probaste?

Sí. Al final la presión me pudo y me atreví a preparar algo de nato con arroz para desayunar. Tiene fama de ser una combinación muy saludable, pero fue abrir la caja del nato y correr a abrir las ventanas de mi casa para airearla... ¡vaya peste! Tras serias dudas me animé a comer un poco, y aunque hice lo que pude no fui capaz de terminarme el plato que me había preparado.

  • ¿Así que te gusta?

¿No sabes leer o qué? ¡¡Lo odio!!

  • Aaaaaaam, ya veo...

Veo que lo entiendes. No me gustó nada. De hecho, del paquete de tres cajas de nato que compré me sobran dos, que mañana mismo intentaré regalar a algún compañero japonés adorador de manjares malditos.

¡Nos vemos en la próxima entrada!

lunes, 25 de mayo de 2009

Inventos de gran utilidad

Una de las cosas que más me está llamando la atención en este viaje es la gran cantidad de ideas ocurrentes que los japoneses han hecho formar parte de su día a día. Me refiero a pequeños inventos que facilitan la vida y que ellos asumen como algo normal... pero que nosotros jamás hemos visto.

Aunque por su temática esta publicación podía formar parte de un "Curiosidades niponas", considero más acertado extenderme un poco con una entrada completa. Vamos allá.

Señalización para invidentes

¿Cómo saben los invidentes por dónde caminar por la calle? Si me equivoco suplico que me corrijan, pero siempre he entendido que lo hacen siguiendo pautas que han aprendido por uso repetido de los mismos caminos. Además, si se ayudan con perros lazarillos y un bastón para evitar tropezar con obstáculos, pueden realizar cualquier desplazamiento cotidiano. No obstante, imagino que lanzarse a la aventura por zonas desconocidas puede ser algo más complicado, pues la falta de referencias pasadas dificulta todavía más encontrar el camino.

En Japón han pensado en este posible problema y han inventado una forma de solucionarlo. Tanto las grandes ciudades como los alrededores están llenos de unas curiosas líneas amarillas recorriendo las aceras.





Tras unos días sorprendido por la presencia de estas curiosas líneas, con sus cruces y todo, me informé. Son indicaciones para guiar a las personas invidentes y facilitarles los desplazamientos. Al contar con cierto relieve, que cambia según llegan a un cruce o se encuentran frente a un paso de cebra, resulta muy sencillo seguirlas sabiendo en todo momento por donde ir. Todo un acierto.

Además, estas señalizaciones cuentan con una impresionante red. Es raro encontrar una calle significativa que no cuente con ellas. Obviamente en callejones o zonas residenciales de pueblos apartados pueden estar ausentes, pero no faltan nunca en los puntos clave, donde el tránsito de peatones es más elevado.



Un aplauso por este invento.

Suica

Otro invento del que estoy enamorado es la Suica. Consiste en una tarjeta recargable con la que uno puede pagar en muchos sitios. Principalmente es posible usarla en el transporte urbano (taxi, tren o autobús), así como en muchas tiendas y establecimientos. También puede emplearse para pagar en gran cantidad de restaurantes o para pagar las bebidas en una de las mil millones (o más) de máquinas expendedoras que hay en Japón.

Me gusta tanto por su simplicidad como por la facilidad que supone emplearla. Por ejemplo, cuando llegué tenía algunos problemas averiguando el precio del billete del tren cada vez que iba a Tokyo, puesto que dependiendo de la estación uno paga una cantidad diferente. Con la tarjeta Suica uno se limita a pasarla por un lector en la estación de salida y otro en la estación de llegada y la propia máquina, automáticamente, calcula que cantidad debe restar a tu "cuenta Suica". Más fácil (¡y rápido!) imposible.

Oh, Suica de mi corazón...
Oh, Suica de mi corazón...


Cargar la tarjeta con dinero es bastante sencillo, pues basta con detenerse un instante a la entrada de la estación de metro o tren y usar una de las máquinas disponibles. Aunque ése suele ser el método habitual, también es posible hacerlo en muchos otros sitios, como por ejemplo en la cafetería del campus en el que trabajo, que además de aceptar Suica facilita la vida poniendo una máquina para recargarla a la entrada.

Conviene aclarar que hay alternativas a la Suica. Por ejemplo, la tarjeta Pasmo es muy popular también en el área de Tokyo. Realmente, todavía no he encontrado un lugar en el que una de las dos sea válida y la otra no, aunque tengo entendido que lejos de Tokyo la Pasmo pierde su utilidad mientras que la Suica sigue siendo válida. Os lo diré cuando vaya a Kyoto.

Secador de paraguas

Ya en mi primer día de trabajo en el IPMU (Institute for Physics and Mathematics of the Universe, ¿os he hablado de él?) tuve que hacer uso de otro de estos "inventitos" tan convenientes. Se trata de un sencillo secador de paraguas a la entrada del edificio. Uno se limita a meterlo en el secador y en escasos segundos la corriente de aire caliente en su interior se encarga de dejarlo preparado para entrar al edificio sin dejarlo todo empapado.

Los paraguas mojados tienen sus días contados en la Universidad de Tokyo.
Los paraguas mojados tienen sus días contados en la Universidad de Tokyo.


Además, por si esto fuera poco, al lado del secador hay otro inventito para meter el paraguas en una cómoda bolsa. En el caso hipotético de que no haya quedado seco del todo, esta nueva idea completa el invento.

Máquinas expendedoras

Japón es el paraiso de las máquinas expendedoras. Es increible la enorme cantidad de máquinas que uno puede encontrar. Uno puede comprar desde...
  • Refrescos
  • Zumos
  • Café frío
  • Café caliente
  • Tabaco
  • Helados
... hasta cosas algo más exóticas. De hecho, me han contado que incluso existen máquinas en las que uno puede comprar braguitas usadas, aunque no he encontrado ninguna todavía (¡¡ni las estoy buscando, eh!!).





De día o de noche, aisladas o en grupo, las máquinas expendedoras están por todas partes.


Lo curioso de estas máquinas es que suelen hallarse en cualquier parte. Desde calles con un gran tráfico de personas como en remotos rincones en un bosque de una villa oculta (como Kashiwa o Nagareyama). Además, los precios son los mismos que en cualquier tienda y es posible comprar usando Suica.

Aunque es posible encontrar este tipo de máquinas en otros países (España, sin ir más lejos), la extensa presencia que tienen en Japón hace de ellas otro gran invento japonés.

Me dejo alguno en el tintero. Ya os hablaré de ellos en próximas entradas.
¡Hasta entonces amigos de Japolino!

domingo, 17 de mayo de 2009

Los jardines imperiales

Hola de nuevo amigos lectores,

en esta entrada os enseñaré las fotos de mi visita a los jardines imperiales el pasado 5 de mayo y aprovecharé para hacer algunos comentarios sobre la historia de Japón que desconocía antes de mi llegada.

Como acabo de adelantar en el pasado párrafo, el pasado 5 de mayo hice una visita a los jardines imperiales. Acompañado por un par de amigos multiculturales (Isaia, italiano, y Ron, israelí), nos acercamos a ver los famosos jardines. Lamentablemente el día salió bastante lluvioso, por lo que tal vez no pudimos apreciar los mejores colores del parque. No obstante, en mi opinión fue una visita interesante.







Los jardines imperiales rodean el palacio en el que vive el Emperador de Japón. Por razones obvias, es imposible acceder (e incluso acercarse) al palacio y solamente se puede visitar dos días al año:
  • El día del cumpleaños del emperador. Con el actual Emperador Akihito es el día 23 de diciembre.
  • Año nuevo: 2 de enero para los japoneses.
Por supuesto, en nuestra visita a los jardines no tuvimos oportunidad de ver el palacio, alejado de las zonas para los turistas. Una lástima. Tendré que volver a Japón para verlo.

El Palacio Imperial es la residencia oficial del emperador desde 1868, cuya anterior residencia se encontraba en la ciudad de Kyoto. De hecho, la mudanza del emperador convirtió a Tokyo en la nueva capital de Japón, hecho que se dio durante el periodo conocido como Restauración Meiji. Dejadme que os hable un poco sobre tan curioso momento de la historia japonesa.

Cuando vemos películas sobre el Japón de los samurais todos imaginamos que nos están contando historias de hace muchos siglos. Todos pensamos que una sociedad feudal como ésa sólo pudo existir en un país tan moderno como Japón en una época paralela a nuestra Edad Media, cuando el feudalismo también era el sistema político dominante en Europa.

No podemos estar más equivocados...

En realidad el sistema feudal japonés duró mucho más que en Europa. De hecho, la sociedad basada en el poder déspota del daimyō, el señor feudal, existió en Japón hasta mediados del siglo XIX, cuando la restauración Meiji provocó el final de este entramado político en el que los samurais se encontraban en lo más alto de la escala social.

Durante mucho tiempo Japón vivió aislado, estando prohibido para los japoneses salir del país. Del mismo modo, los extranjeros no podían entrar en tierras niponas, lo que provocó que los cambios sociales y políticos que sucedían en el resto del mundo no tuvieran influencia en Japón. Eso hizo que el sistema feudal se extendiera en el tiempo.

En este sistema, controlado por los terratenientes conocidos como daimyōs, el verdadero poder del imperio lo controlaba el shogun, el daimyō más poderoso. Este título pasaba de una generación a otra, siendo el clan Tokugawa el reinante en 1866 a través del shogun Tokugawa Yoshinobu. El emperador, teóricamente gobernante supremo de los japoneses, tenía en la práctica un papel secundario, encontrándose apartado de las decisiones de estado, que siempre recaían en el shogun, un cargo al que acompañaba el poder militar y el control del ejército.

De este modo existió Japón durante siglos, lo que provocó que se debilitara frente a las potencias occidentales, mucho más modernas. En 1853, el comodoro estadounidense Perry, liderando una flota de navíos muy superior a la casi inexistente japonesa, forzó al imperio nipón a aceptar un acuerdo comercial muy desfavorable para los japoneses. Este hecho hizo que muchos se dieran cuenta de la verdadera situación del país, lo que supuso el desencadenante de la caída del régimen feudal.

Comandado por grupos de daimyōs progresistas, un movimiento revolucionario nació en Japón, con el objetivo de restaurar en el verdadero poder al emperador, para así poner punto final al anticuado sistema político existente y abrir las puertas a la modernización del país. Este movimiento, conocido como restauración Meiji (que significa "culto a la regla"), se dio entre los años 1866 y 1868, y terminó con el shogunato y los privilegios de los samurais, que poco a poco perdieron su poder hasta desaparecer.

Me resulta curioso que Japón, un país tan moderno en la actualidad, haya conseguido todos sus avances en tan poco tiempo. Para las naciones europeas han sido necesarios unos 500 años para alcanzar nuestro estatus actual partiendo de los sistemas feudales, mientras que para Japón ha bastado con solamente 150. Impresionante.

Para termiar, allá va el enlace al álbum de fotos de la jornada en los jardines imperiales:


Aunque esta vez es algo más reducido de lo habitual, espero que os guste igualmente.

Hasta la próxima entrada. Vuestro amigo Av... digo, Japolino.

domingo, 10 de mayo de 2009

En la diana

El pasado sábado 18 de abril me acerqué junto con Jose Luis al antiguo barrio de Asakusa, donde pudimos ver una exhibición de Yabusame en compañía de Marco, Jiayu y Alin.

¡¡Cuánta información!! Vale, vale, ahora lo explico todo poco a poco.

Jose Luis: Comenzaré contando que mi amigo Jose Luis está visitándome (y haciendo turismo de paso, claro está) durante estas dos semanas. Llegó el viernes y al día siguiente ya me acompañó de aventura por Tokyo.

Una prueba de que
Una prueba de que "el Peri" está en Japón.


Asakusa: El barrio de Asakusa es otro de los grandes atractivos de Tokyo. Considerado uno de los más tradicionales, es posible encontrar rickshaws (el típico carrito llevado por un hombre con el que se puede pasear de forma relajada), templos y otros elementos asociados con el Japón antiguo. El fin de semana en cuestión celebraban algunos eventos festivos, entre los que destacaba una exhibición de yabusames (ver nota siguiente) en el Parque Sumida.

Yabusame: Los yabusames son los arqueros a caballo japonés. A comienzos del periodo Kamakura (s. XII) el shogun Minamoto no Yoritomo se propuso reforzar las habilidades con el arco de sus samurais, creando esta tradición militar. El disparo en carrera, unido a la dificultad de cargar correctamente la flecha mientras el yabusame se aproxima al objetivo, hace de esta práctica samurai una de las más complicadas.

Marco, Jiayu y Alin: Marco y Jiayu son dos postdocs en el IPMU (por si se ha olvidado alguien, el lugar donde estoy trabajando). Marco es italiano y Jiayu china. Por otro lado, Alin es la novia belga de Marco (así escrito suena a que tiene novias de otras nacionalidades, ¿verdad?), que está pasando unos días en Japón.

Y tras la introducción, allá van unas fotos de arqueros a caballo japoneses:







La exhibición contaba con cierto toque competitivo. Los yabusames recorrían una larga línea al galope mientras disparaban sus flechas sobre tres dianas colocadas a lo largo del camino. El objetivo, por supuesto, era acertar en las tres dianas. Junto a cada una de ellas había un grupo de "jueces", señores vestidos con atuendos tradicionales, que se encargaban de señalar los aciertos. No puedo evitar añadir que me recordaban a los jueces de Humor Amarillo (programa conocido en Japón como Takeshi's castle).

En toda la mañana sólo una persona conseguió acertar en las tres dianas. Los demás acertaron todos en la primera, unos cuantos en la segunda, pero ninguno en la tercera. La escena más repetida consistía en un yabusame, montando su caballo a toda velocidad, gritando mientras intentaba preparar una flecha entre diana y diana y... no dándole tiempo a ello.

A destacar que entre los yabusames había una mujer, que recibió unos aplausos muy especiales por parte del público. Consiguió acertar en dos de las tres dianas.

Tras la exhibición Jose Luis y yo fuimos a ver los lugares emblemáticos de Asakusa:









Por la noche, volvimos a reunirnos todos juntos para comer ramen. Además, Melina (¡ver entrada pasada para conocerla!) se nos unió en la desgustación de esta delicia en uno de los restaurantes mejor considerados en todo Tokyo para ello.

Tras cenar y disfrutar de un izakaya, Melina, Jose Luis y yo nos disponíamos a ir de fiesta a Roppongi, un distrito sobre el que os hablaré en un futuro cercano (¡espero!). Sin embargo, un ligero retraso intentando coger el tren que nos llevaba hasta allá nos retuvo en Ueno, donde encontramos una fuente de diversión alternativa en un karaoke. Genial. Echad un vistazo a la sección de "Curiosidades Niponas" si queréis saber más sobre esta forma tan japonesa de divertirse.

Y como ya viene siendo tradicional, allá va el enlace con las fotos de la jornada:


Curiosidades niponas: El karaoke

Una de las diversiones preferidas por los japoneses es el karaoke. Inventado por ellos en los años 70, este famoso entretenimiento es la forma en que unos y otros terminan una noche de fiesta, sin que haya distinción por edad. Tanto los jóvenes como los no tan jóvenes tienen sus salas de karaoke favoritas para el fin de semana.

Sin embargo, no nos engañemos pensando que los karaokes japoneses son fiestas multitudinarias. Todo lo contrario. Las salas de karaoke cuentan con habitaciones privadas para grupos, que pueden encerrarse por horas cantando sus canciones favoritas. La lista para elegir es larguísima, y aunque la mayor parte consiste en canciones japonesas, es muy difícil no encontrar música occidental de nuestro gusto. Por ejemplo, en el karaoke en el que Melina, Jose Luis y yo estuvimos fue fácil encontrar desde The Beatles hasta Iron Maiden (lo siento, no encontré canciones de Manolo Escobar).

Por otro lado, las habitaciones tienen un teléfono con el que se puede pedir comida y bebida (alcohólica si se desea). En un instante un empleado llega con lo ordenado, lo que inmediatamente se añade a la cuenta de la habitación. Esto es genial si se pretende pasar un buen rato.

El único "pero" que le veo al karaoke es su elevado precio. No se paga por habitación/tiempo, sino por persona/tiempo, y en ocasiones puede salir por un ojo de la cara. En cuanto disfrute de más karaokes (lo que los físicos llamamos "tener más estadística") os diré si fue un hecho aislado o si todas las salas resultan tan costosas.

Un saludo desde Japón. Os espero en la próxima entrada de Japolino, el blog de Avelino.

miércoles, 6 de mayo de 2009

El festival de Kamakura

Hola una vez más y bienvenidos al blog de Japolino, en el que nunca os faltarán los neutrinos de todos los sabores.

Esta vez os voy a hablar sobre un interesante festival que visité en la cercana Kamakura. Esta vieja ciudad, en la que se respira la tradición japonesa en cada una de sus calles, fue capital de Japón entre 1185 y 1333. Todavía conserva algunos impresionantes templos, así como su famoso Daibutsu, el Buda gigante de Kamakura, el segundo más grande de Japón.

Todos los años, entre el segundo y tercer domingo de abril, se celebran las principales fiestas de la ciudad. Tras los comentarios de Martin (mi jefe, para más señas) sobre lo espectacular del festival, el pasado domingo 12 no pude evitar acercarme para disfrutar de un interesante día. Con la compañía de Melina, una astrofísica argentina que está visitando la Universidad de Tokyo por algo más de un mes, llegué justo a tiempo para ver el gran desfile con lo mejor de Kamakura.













Uno tras otro, los diferentes grupos pasaban por delante nuestro, por la calle principal de Kamakura hacia el gran Santuario de Tsurugaoka Hachiman-gu (el cual visitamos posteriormente). Cantando y bailando, vimos escuelas y otras asociaciones locales, celebrando la festividad de Kamakura.

Especialmente interesante fue el desfile de los "minitemplos". Esta tradición, que por lo visto también es frecuente en otras ciudades, consiste en transportar, al más puro estilo "semanasanterosevillano", unos pequeños templos hasta el gran santuario. Los jóvenes llevan sobre sus hombros el adorado objeto, mientras cantan y avanzan haciéndolo subir y bajar. En cuanto averigüe el significado de esta tradición os la contaré.





Tras el desfile y una suculenta comida basada en un manjar conocido como "tempura", nos dirigimos a ver al Daibutsu. Lamento no tener fotos de dicha visita al Gran Buda. Tanto Melina como yo, malos previsores, olvidamos cargar la batería de nuestras cámaras. Os copio/pego un fragmento extraído de Wikipedia: En el siglo XV un tsunami destruyó un templo que contenía la estatua del Gran Buda de Kamakura pero la estatua sobrevivió y ha estado en la intemperie desde esa fecha, soportando terremotos y otros fenómenos meteorológicos. Actualmente está reforzado en sus cimientos por absorbedores de vibración.

Os puedo asegurar que así es. De hecho, tuvimos la oportunidad de entrar dentro y ver la estructura interna de la gran estatua de bronce. Impresionante su tamaño. Seguro que podéis encontrar cientos de fotos en la red.

Y finalmente, antes de volver, un vistazo a otra de las atracciones de Kamakura... ¡su playa! Pese a estar en una isla todavía no había visto agua salada desde que estoy aquí.

Como siempre, aquí están las fotos:


¡Hasta la próxima!